miércoles, 15 de junio de 2011

She's So Cold

Me pica la garganta. No como cuando me pican las orejas porque hay alguien hablando (mal) de mí. Sino como cuando anduve en patas en mi casa todo el día, me bañé y no me sequé el pelo, no estuve demasiado abrigada y pesqué un resfrío. Toso un poco, me pica la garganta y pienso grrr no me quiero resfriar. No me van las enfermedades. No me va tener que pasar el día en casa y sentir que participo en GH. No me gusta no poder respirar sólo por la boca porque tengo la nariz tapada. No me copa la migraña que acompaña al resfrío. Soy una persona sana y me gusta serlo constantemente, aunque entiendo que un primer resfrío en invierno (aunque el sábado pasado hubo 18° y estamos en junio) es necesario para subir las defensas y estar entera el resto de los días congelados. Así que me la banco como puedo, con bufandas, remeras de manga larga, sweaters, buzos y camperas, tapados, guantes (mentira, los guantes son para los días de -5°), medias de lana, y bebidas y comidas calientes siempre que se pueda. En fin, a ponerle huevos al resfrío para no estar en cama el sábado que Amiga Muy Alta cumple años.
Y eso me lleva a pensar en mí cumpleaños. 24. ¡Qué número! Ya pasé más de un cuarto de mi vida. (Considerando mi forma de vivir, no llego a los 100 ni ahí, y menos cuando ya tengo planeado que: una vez que tenga un par de hijos, vuelvo a fumar, no voy a tener tiempo para ir al gym, me voy a entregar a comidas menos sanas, y probablemente tome más tinto en la cena. Sí, tengo mucha imaginación. No, los planes nunca salen como quiero, así que toda esta idea en realidad queda anulada ya, pero bueno, de vez en cuando fantaseo con el futuro porque... cumplo 24 años y no sé qué tanto hice con mi vida. Sí, me recibí. Sí, trabajo. Sí, estoy empezando algo propio con Brillantina. Sí, tengo una familia a la que quiero mucho. Sí, tengo una mascota que me acompaña. Sí, tengo amigas que banco y que sé que me bancan. Por otro lado... No, no tengo novio. No, no tengo prospecto amoroso [y mirar a alguien en el gym no cuenta como eso, no es más que una fantasía]. No, no estoy del todo segura de que alguno de mis planes futuros resulten [trabajo, curso de verano, plantar un árbol, seguir diciendo boludeces].)
Pero a no decaer. Que los 24 vienen y son imparables. Son una cifra que en mi adolescencia no era más que un número gracioso que desmerecía como un "Falta miiiiiiiil años, ¡no llega más!"... Ay Moirita, ¡cómo te equivocaste! No me preocupa demasiado desde el punto de vista de que, gracias a lo vivido, no voy a tomar decisiones basadas en presiones sociales ni me voy a preocupar por llegar a los 30 soltera (probablemente ocurra, no soy Miss Sociable) ni cosas así. Cada uno marcha a su ritmo. Llegué a mis 24 bien, me coparía haber hecho un par más de cosas pero tampoco quiero perder mi tiempo actual pensando en eso. Mejor vivir el ahora. Porque todavía no llegué a los 24. El 5 de agosto a las 23.30, cuando me agarre un pequeño ataque de nervios fugaz que me haga quedarme tildada mirando un punto de la pared verde de mi cuarto y me dé cuenta de que, de hecho, tengo 24 años, me voy a tener que acordar de esto. Respirá hondo. El mundo no se termina. Tenés tiempo.
Pero eso no significa que haya que perderlo. Así que me voy a dormir porque tengo sueño y quiero dejar de preocuparme de cosas que a) no puedo controlar, b) no puedo cambiar, c) no me interesa plantearme. Y a secarme el pelo porque Amiga Muy Alta cumple 23 y la quiere romper, y como me caí el finde pasado, el que viene no puedo fallar.
Y como siempre, termino divagando.
Bueno, eso es algo constante en mis 23 años y 10 meses.

No hay comentarios:

Publicar un comentario